Desde que los hombres viven en comunidad, la
regulación moral ha sido necesaria para el bienestar colectivo. Las grandes
civilizaciones clásicas, egipcia y sumeria, desarrollaron éticas no sistematizadas,
cuyas máximas y preceptos eran impuestos por líderes seculares, y estaban
mezclados con una religión estricta que afectaba a la conducta de cada egipcio
o de cada sumerio. En la China clásica, las máximas de Confucio fueron
aceptadas como código moral. Los filósofos griegos, desde el siglo VI a.C. en
adelante, teorizaron mucho sobre la conducta moral, lo que llevó al posterior
desarrollo de la ética como una filosofía.
a) La
actuación humana en la prehistoria
Normalmente todos los libros de ética y moral
empiezan hablando de los "Griegos".
Tienen razón. Los griegos fueron
el primer pueblo que desarrolló una reflexión sistemática sobre la mayoría de las
cosas que abarcaba su experiencia. Pero
eso no indica que el hombre no se haya preocupado de su conducta en épocas
anteriores.
Hasta la llegada de los griegos, los
problemas teóricos eran resueltos a través de una orientación mítica. Los dioses dieron una "razonable"
respuesta a problemas muy básicos y por lo tanto muy acuciantes. Había que explicar cosas como la muerte, la
enfermedad, el trabajo, el sexo, la comida, las relaciones de obediencia, etc.,
etc. La humanidad recurrió a seres
extraordinarios que se situaban en una supranaturaleza, dotados de poder, y
artífices del orden que detectaban en su entorno. Pero existían los problemas prácticos
también. El hombre se preguntó desde el
principio qué debía hacer y qué no debía hacer.
En ese sentido el problema moral ha existido siempre. Sucede, sin embargo, que de los primeros períodos
de la humanidad (Paleolítico, Neolítico) no tenemos documentos escritos, no
tenemos historia. Por eso los libros de
moral no nos hablan de aquellos hombres y de sus problemas. Sin embargo tú sabes que es la parte más
extensa de la vida de la humanidad.
Siendo esto así, ¿no podríamos aventurar algo?, ¿sacar alguna luz entre
las brumas de la prehistoria?
El Paleolítico y la moral
Nuestros lejanos antepasados del Paleolítico
se enfrentaron con el tremendo problema de la subsistencia. No eran un grupo fuertemente armado por la
naturaleza. Poco fuertes, menos
orientados por los instintos que los animales, estaban en una situación
competitiva con ellos bastante poco brillante.
Pero la baza ganadora del hombre estaba justo en su propia debilidad. Poco especificado para algo, estaba sin
embargo, muy bien dotado para aceptar los problemas y resolverlos... tenía
inteligencia, como forma de compensar lo que le faltaba en otros terrenos. Esa inteligencia le llevó a la adopción de
una segunda naturaleza: Rituales, normas, definición de intereses, acción
solidaria. No podemos desarrollar mucho
estos temas, pero el hombre fue poco a poco dominando a la naturaleza y a los
animales precisamente por su capacidad normativa, moral.
Nos podemos preguntar qué clase de normativa
puso al hombre en disposición de sobrevivir, y la respuesta no es difícil: la
derivada del comportamiento grupal y solidario. Ese tipo de comportamiento tuvo
que desembocar en normas concretas de caza, reparto, búsqueda de terrenos, etc. Por supuesto que nadie elaboró teorías sobre
ese comportamiento, pero está muy clara su relación con los mitos del grupo y
con la vertiente práctica de su actividad.
El segundo origen de normativa que podemos
deducir es la vivencia de la naturaleza como fuente e impedimento de la
supervivencia. El Paleolítico fue un
sistema depredador y convirtió al hombre en el depredador por excelencia. Miles de años han ahormado al hombre, y le
han hecho ser, por una parte, el "enemigo" de la propia naturaleza, y
por otra, su criatura. El hombre es
parte de la naturaleza, y ella se le presenta como una prolongación suya que le
permite, como ya notaba Marx, vivir, ofreciéndole sus alimentos, sus viandas. Pero la naturaleza también se resiste a la
acción humana, hace de la vida del hombre una carrera de obstáculos. La naturaleza se convirtió en enemiga y
aliada. Eso empezó muy pronto, como
supondrás, y continúa así desde entonces.
Esa actividad de acomodación y búsqueda de
alimentos a que obligaba la naturaleza, trajo sin duda normas concretas de
actuación, emanadas por la necesidad depredadora y sancionadas por algún poder
mítico: Normas de caza, normas de reparto, normas de eliminación de algún
elemento considerado nocivo o inútil.
También la fabricación de herramientas, como prolongación del cuerpo,
necesitó de normas: el arco, el propulsor, el hacha, las primeras trampas,
etc. Pero, además, se necesitaron normas
precisas y obedecidas a rajatabla para conseguir que todo el grupo fuera
efectivo en la caza, más aún, cuando era la comida la que estaba en juego.
Cocinar necesita de una colaboración reglada
igualmente precisa. Cómo repartir el
terreno de caza con otros grupos necesita de unas imposiciones posiblemente
derivadas de la fuerza y de la habilidad.
Todo este conjunto de necesidades, produjo
una serie de Rituales, con los que se procuraron la efectividad bondadosa de
sus mitos y, al mismo tiempo, se dotaron de una serie de reglas de actuación
que les llevó a tomar medidas conjuntas y eficaces. Debía estar muy claro lo permitido y lo que
nunca debía hacerse (Tabú). De las dos
cosas dependía la primera subsistencia de la humanidad.
En cierto sentido el hombre empezó a ser
moral pero no todavía ético.
El Neolítico como revolución práctica
El Neolítico es un concepto útil como
representación del final de la vida cazadora y la aparición de la práctica
agrícola por buena parte de Asia, Europa y norte de África. Más que encuadrarla
en una fecha determinada, es interesante notar cómo el cambio de soluciones en
el problema de la subsistencia cambió también la conducta humana.
La solución depredadora del Paleolítico ayudó
a "tirar para adelante" pero no podía ser una verdadera solución a la
larga. Si le quitas los alimentos al
frigorífico, y no se lo repones, por despacio que lo hagas, llegará un día que
al abrir la puerta te encontrarás con todo el problema sin resolver. No es que la tierra sea como un frigorífico,
pero la primera respuesta humana lo percibió de esa manera.
La agricultura supuso reponer lo que se
quitaba. La ganadería también. Pero esa solución alteró la conducta, las
normas, los comportamientos. Vigilar al ganado
y cuidar las sementeras obligó al sedentarismo a marcar la territorialidad de
otra forma, no sólo como terreno de caza, sino como residencia e
identificación.
El Neolítico trajo también una división del
trabajo. Ya no sería el grupo
desplazándose detrás del alimento el que organizaba la vida humana, sino que el
grupo se desgajó en partes. Hay quien
marchaba a la caza y quien se quedaba vigilando y al cuidado de los menos
fuertes y hábiles. Empieza la división
del trabajo, la división sexual y la controvertida existencia de un posible
matriarcado como organización social.
La sedentarización creó la sensación de
vecindad y de producción. Esto
proporcionó al neolítico un carácter bastante pacífico, más preocupado por los
ataques de los animales que de los hombres.
La ausencia de utensilios guerreros en el mobiliario fúnebre y la
existencia de fosas y vallas en los asentamientos neolíticos parecen
demostrarlo.
Otra variación consistió en el mayor
protagonismo femenino. Generalmente se
piensa que la mujer está ligada a la invención de la agricultura, la alfarería
(hay que guardar para el mañana) a las artes de hilar y de tejer.
Es posible que el hombre siguiera siendo el
primitivo depredador dedicado a la caza, pero también asumió las tareas de
pulimentar hachas, azadas, cuidar el ganado.
Una vida así de sedentaria y dividida exigió
unas normas para su regulación social.
Más disputas, más problemas de reparto, más trabajo especializado,
exigió una mayor organización práctica posiblemente apoyada en el acuerdo
común.
b) Las primeras civilizaciones y la moral
teocrática
Con el avance del uso de los metales y la
aparición del comercio, surgió un nuevo marco para las conductas. Son las Primeras Civilizaciones, con el
protagonismo de las ciudades que pueden terminar formando imperios.
Podemos empezar recordando las
ciudades-estado de Sumer, la civilización del valle del Indo, China, Egipto,
Assur, Creta, etc. etc.
Todo se ha hecho más complejo. La introducción de los metales exigió una
división mayor del trabajo y una especialización cada vez más intensa.
Existió en todas partes una especie de
pirámide social que separaba verticalmente a las clases sociales. Parte desde la esclavitud, más importante en
Mesopotamia, menos en Egipto, hasta el vértice representado por el Rey
considerado como Dios, o representante directo divino. Naturalmente en medio existían artesanos,
herreros, alfareros, carpinteros, tenderos, comerciantes. Ese esquema fue complicándose con la
necesidad del ejército como medio de obtención de riqueza y mano de obra
barata. Al principio no existió el
ejército permanente, pero poco a poco la clase militar fue haciéndose tan
importante que llegó incluso a rivalizar con la sacerdotal por conseguir el
trono divino.
Como novedad también aparece el arte de
escribir que dio lugar a una clase muy importante que llevaba la contabilidad
de los templos y fue consolidándose como "clase intelectual": los
escribas.
os cabecillas del ejército y los sacerdotes
que regentaban los templos estaban muy próximos (rivalizaban entre sí) al rey
sagrado.
Esa sociedad teocrática presenta ya una moral
muy determinada.
En el Código de Hammurabi se establece la
distinta manera de ser del "señor", "el hombre pobre" y el
"esclavo".
En la época de la XVIII dinastía se habla de
juicios y de leyes.
Moisés codificó una lista de leyes tradicionales
que señalaban a los buenos de entre los malos, por el cumplimiento de unas
leyes básicas: los mandamientos.
Se establecieron normas para todos los
asuntos, desde económicos a familiares, pero siempre los delitos más graves
eran los que se cometían contra los dioses o contra su representante terrenal.
Los códigos tenían en cuenta las intenciones,
las circunstancias atenuantes o agravantes y llevan generalmente la filosofía
del "ojo por ojo” y "diente por diente".
Todo ello lleva a importantes novedades:
1. Empieza la gran división: los que tienen
(son) y los que no tienen (no son nadie).
2. El poder divino funda el bien y el mal en
el comportamiento.
3. Se identifica el ser con la clase social.
4. La guerra propaga sus valores morales (El
jefe, el héroe, etc.)
5. La sociedad se encuentra dividida entre el
Representante del Dios y los demás.
c) Grecia y la racionalidad ética
Los griegos aportaron algo fundamental a la
moral: la reflexión racional.
Naturalmente muchos griegos mantuvieron los mismos puntos de vista de
las otras civilizaciones antiguas. Pero
entre ellos surgió algo extraño y profundamente enriquecedor: el espíritu
crítico. Tanto es así, que a veces, los
historiadores han hablado del "Milagro Griego". El "Milagro" consistía en ir dando
la espalda a los dioses y a sus representantes para buscar una comprensión
racional tanto teórica como práctica.
Muchos griegos construyeron teorías, visiones intelectuales del mundo, y
también buscaron unas normas de conducta que no derivaban de los dioses, o de
un poder establecido, sino de la propia razón que igualaba a todos.
A pesar de todo lo anterior, fueron en
general, esclavistas, belicosos, socialmente divididos por su clase y poder
económico. A primera vista no parecen
tan distintos y sin duda no lo eran, pero vivieron la "ciudad" de una
manera tan diferente que calificaron de bárbaros a los demás, por no vivirla de
la misma forma. Y todo porque ellos no
se consideraban súbditos (debajo) de un rey.
Ellos eran ciudadanos. Entre
todos daban las leyes y por tanto se obedecían a sí mismos. Un comportamiento distinto era
incomprensible, al menos hasta que el sistema de ciudades-estado sucumbió con
Alejandro Magno.
Los griegos, por lo tanto, fueron un pilar
muy importante para eso que llamamos ÉTICA, y lo fueron por varios motivos:
a) Intentaron racionalizar los conflictos,
tanto desde el aspecto teórico como práctico.
b) Se atrevieron a atacar las explicaciones
míticas y a sustituirlas por un orden lógico.
c) Al hacer esa sustitución, se aventuraron
por distintos caminos y fundaron varias "escuelas éticas".
d) El punto común era una visión distinta de
lo que eran las normas y de su procedencia.
Se sintieron con la suficiente fuerza y orgullo como para fundamentar
esas normas en el hombre mismo y no en poderes ajenos a él.
e) La concurrencia de escuelas éticas
enfrentadas entre sí, les llevó a descubrir la tolerancia ideológica.
f) Se descubrieron profundamente iguales como
ciudadanos (Isonomía).
Algunas escuelas éticas griegas
Los sofistas
Los sofistas. El pensamiento ético, en el
sentido de la formulación de códigos y principios de comportamiento moral, ha
sido siempre una característica necesaria de las culturas humanas; pero la
filosofía moral en su sentido preciso puede decirse que empezó con los sofistas
del mundo griego en el siglo V a.C. Que se sepa, los sofistas fueron los
primeros pensadores que plantearon cuestiones críticas sobre la misma idea de
conducta moral, sobre lo que la moralidad podía ser, y por qué debería existir.
Sus enseñanzas de retórica y de técnicas de persuasión invitaban a la
acusación de que tales técnicas podían ser usadas para hacer lo incorrecto más atractivo que lo correcto, permitiendo con ello que la gente se mofara impunemente de las normas morales. Los sofistas más conservadores como Protágoras defendieron la concepción de los códigos morales como creaciones humanas útiles, conjuntos de costumbres y convenciones que hacen posible la vida social, son, por tanto, relativos y subjetivos. Por su relativismo y subjetivismo, Protágoras llegó a concluir que “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en tanto que no son”; el juicio humano es subjetivo y la percepción de cada uno sólo es válida para uno mismo. Gorgias, otro sofista, llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo; y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese conocimiento. Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la fuerza hace el derecho.
acusación de que tales técnicas podían ser usadas para hacer lo incorrecto más atractivo que lo correcto, permitiendo con ello que la gente se mofara impunemente de las normas morales. Los sofistas más conservadores como Protágoras defendieron la concepción de los códigos morales como creaciones humanas útiles, conjuntos de costumbres y convenciones que hacen posible la vida social, son, por tanto, relativos y subjetivos. Por su relativismo y subjetivismo, Protágoras llegó a concluir que “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en tanto que no son”; el juicio humano es subjetivo y la percepción de cada uno sólo es válida para uno mismo. Gorgias, otro sofista, llegó incluso al extremo de afirmar que nada existe, pues si algo existiera los seres humanos no podrían conocerlo; y que si llegaban a conocerlo no podrían comunicar ese conocimiento. Otros sofistas, como Trasímaco, creían que la fuerza hace el derecho.
Este desafío a los códigos morales
tradicionales plantearon así la cuestión fundamental: ¿por qué ser moral?
Sócrates
Sócrates. Sócrates se opuso a los sofistas.
Sócrates quería una ciudad resultado de
leyes absolutas y eternas, y no relativas y subjetivas. Su posición filosófica,
representada en los diálogos de su discípulo Platón, puede resumirse de la
siguiente manera: la virtud es conocimiento; la gente será virtuosa si sabe lo
que es la virtud, y el vicio, o el mal, es fruto de la ignorancia. Así, según
Sócrates, la educación como aquello que constituye la virtud, puede conseguir
que la gente sea y actúe conforme a la moral.
Marco histórico:
Surge la ciencia ética que intenta demostrar
la existencia de valores absolutos (bien y justicia) e inmutables para
establecer una leyes.
Bien, felicidad y leyes.
Son valores que el hombre puede alcanzar
mediante el uso de la razón, sin se alcanzan el hombre es sabio y virtuoso.
Intelectualismo moral:
Identifica saber con virtud y vicio con
ignorancia.
Para conseguir una sociedad buena, justa y
virtuosa es necesaria la educación.
Platón
Según Platón, el bien es un elemento esencial
de la realidad. El mal no existe en sí mismo, sino como reflejo imperfecto de
lo real, que es el bien. En sus Diálogos (primera mitad del siglo IV a.C.)
mantiene que la virtud humana descansa en la aptitud de una persona para llevar
a cabo su propia función en el mundo, que vendrá determinada por la parte del
alma que domine en cada uno de los individuos. El alma humana está compuesta
por tres partes: (3) La concupiscente conlleva a que el placer es la ganancia
‘‘riquezas’’; (2) la irascible conduce a la dominación, a la victoria y al
deseo de gloria; (1) la racional es la que siempre tiende a conocer la verdad,
sin importar la reputación y las riquezas que esto proporcione y por esta
exclusividad que tiene la razón es digna de llamarla con toda justicia amante
de la ciencia y del saber. Cada una de estas partes del alma, la concupiscible,
la irascible y la racional posee una virtud específica en la persona y juega un papel específico. La virtud del
intelecto es la sabiduría, o el conocimiento de los fines de la vida; la de la
voluntad es el valor, la capacidad de actuar, y la de las emociones es la
templanza, o el autocontrol.
La virtud última, la justicia, es la relación
armoniosa entre todas las demás, cuando cada parte del alma cumple su tarea
apropiada y guarda el lugar que le corresponde. Platón mantenía que el
intelecto ha de ser el soberano, la voluntad figuraría en segundo lugar y las emociones en el tercer estrato, sujetas al intelecto y a la voluntad. La persona justa, cuya vida está guiada por este orden, es por lo tanto una persona buena.
intelecto ha de ser el soberano, la voluntad figuraría en segundo lugar y las emociones en el tercer estrato, sujetas al intelecto y a la voluntad. La persona justa, cuya vida está guiada por este orden, es por lo tanto una persona buena.
Platón fue también un filósofo que tenía una
visión de la ética como una forma de política, ya que recibió cierta influencia
aristocrática por parte de su familia, lo cual lo indujo a generar un sistema
igualitario para los habitantes de la polis, y así suprimir la diferencia de
clases, pues si todos son hombres, ¿por qué viven unos bien y otros mal?. A
partir de esta visión de Platón sobre la equidad de clases en la polis, define
cómo es el origen de las sociedades. La ciudad toma su origen de la impotencia
de cada uno de nosotros para bastarse a sí mismo y de la necesidad que siente
de muchas. Por consiguiente, cada cual va uniéndose a aquel que satisface a sus
necesidades, y así ocurre en casos múltiples, hasta el punto de que, al tener
todos necesidad de muchas cosas, agrupándose en una sola vivienda con miras a
un auxilio común, con lo que surge ya lo que denominamos la ciudad. Con la
anterior definición de lo que es la sociedad, Platón ve que los hombres poseen
necesidades que los llevan a constituir comunidades en las cuales se construyen
modos de vida, formas de comunicación, métodos económicos y algunas formas
militares para la expansión de terreno o la conquista de otras comunidades para
ampliar y satisfacer las necesidades de poder de los gobernantes que dirigen
estas comunidades. Por ello las necesidades de los gobernantes hacia el alcance
del poder, produce en ellos una falta de coherencia y de sabiduría en sus
determinaciones como líderes. De esta manera surge en las sociedades cuatro
formas de mal gobierno que edifican hombres que no serán éticos, ni sabios,
tales gobiernos son:
Timocracia: Los hombres de ése régimen serán.
Pues –añadí- amantes de las riquezas. Ni más ni menos que los de las
oligarquías. Y honrarán feroz y desmedidamente el oro y la plata, hasta el
punto de sostener almacenes y tesoros privados en los que oculten las riquezas
conseguidas. Rodearán de murallas sus viviendas, que serán para ellos unos
sencillos nidos particulares, en los que prodigarán a manos llenas el dinero,
tanto para mujeres como para todo aquello que les venga en gana.
Oligarquía: Es un régimen en el que decide la
tasación de la fortuna y, por tanto, en el que mandan los ricos, sin que los
pobres tengan participación en él. Pro consiguiente, cuanto más se honra en una
ciudad a la riqueza y a los hombres ricos, meno se estima a la virtud y a los
hombres buenos. Más se practica siempre lo que se honra y se descuida lo que no
se estima.
Democracia: Lo cual hará posible organizar la
ciudad a gusto de cada uno, al modo como hacíamos nosotros. Vaya, pues, quien
quiera a un régimen democrático, donde podrá elegir, como en un bazar, el
sistema que más le agrade. Una vez que lo haya elegido, se asentará en él y se
adaptará a sus leyes. Pero en tales condiciones la anarquía se adentrará en las
familias y terminará incluso por infundirse en las bestias.
Tiranía: Así, pues, verdaderamente, y aunque
así no lo parezca, el hombre tiránico no es otra cosa que un esclavo, sometido
a las mayores lisonjas y bajezas, adulador de los hombres más viciosos,
insaciable en sus deseos, carente de casi todas las cosas y ciertamente pobre
si nos decidimos a mirar la totalidad de su alma.
Ante la justificación de Platón sobre los
malos gobiernos en la sociedad, queda cierta duda de que exista una salida para
la equidad entre los hombres. De tal manera que para que la ética se genere en
una ciudad-estado, debe estar basada en la justicia y en la recta razón de un
hombre que sea sabio y justo, este hombre debe tener las cualidades necesarias
para poder cimentar un gobierno, estas cualidades no le son proporcionadas por
sus impulsos corpóreos, o por las pasiones que lo dominan, solamente la razón
es quien da los parámetros para levantar un hombre lleno de virtudes y de
sabiduría. Desde la opción de un hombre sabio y justo se abre la oportunidad
para una forma de estado equitativo entre los hombres y la posibilidad del
desarrollo ético.
Platón, como ya se ha dicho, concibe que en
el alma del hombre hay tres partes, y que éstas son muy análogas al estado. A
partir de esta explicación de las tres partes del alma, se estipula que tanto
la concupiscencia y la irascibilidad no son las indicadas para el gobierno de
un estado, pues estas van muy ligadas a las formas de gobierno oligarca,
tirano, demócrata y timocrático. Por ello la solución de Platón para alcanzar
las virtudes éticas en la ciudad-estado es el dirigir y gobernar un estado con
el fundamento del alma racional del hombre, porque aquí se plantea el Estado
Ideal, en el cual la ética, la justicia y el saber, son la génesis de las relaciones
humanas.
El Estado Ideal se conforma de la siguiente
manera:
Los reyes filósofos, son los que gobiernan,
pues su racionalidad y coherencia les da la facultad para dirigir justamente un
estado, ya que ellos tienen la virtud de la sabiduría.
Los guardianes, son los que protegerán el
estado, ellos tiene la virtud del valor y la fortaleza para mantener las leyes
de los gobernantes.
Los artesanos son los que se encargarán de
mantener económicamente al estado y tendrán la virtud de la templanza.
En conclusión en el estado ideal de Platón se
encuentran las virtudes y las leyes propicias para la convivencia entre los
hombres, sin alguna posibilidad de desigualdad, también la ética se tomará como
el sumo bien el cual será adoptado por cada hombre, hasta alcanzar la simetría
de belleza y verdad.
Aristóteles
Fue discípulo de Platón, es el primero que
escribe sistemáticamente tratados de Ética.
Es el gran fundador teórico de la materia, y es que Aristóteles estaba
plenamente convencido de que "somos lo que hacemos". De ahí la importancia de una reflexión
racional de la conducta. Abandonando el
misterioso "mundo de las Ideas" de Platón, apostó por el deber de
buscar la felicidad aquí, único suelo permitido. Si vivimos una sola vez y no somos felices,
hemos fracasado. La primera búsqueda del
hombre es la de la FELICIDAD (eudemonismo).
La teoría ética de Aristóteles se basa en
alcanzar la felicidad, pero antes de alcanzar la felicidad hay que determinar
como se va a alcanzar o que procesos hay que seguir para ir constituyendo un
modelo para lograr los fines planteados. Estos procesos se dan en la medida que
el hombre tiene ciertas facultades para realizar algo, según el arte o destreza
que desarrolle, por ejemplo: un carpintero, hace sillas, para hacer las sillas
tiene que conseguir madera, tallarla, cortarla, lijarla, decorarla, hasta que
obtiene la silla. El ejemplo anterior demuestra como se aplica la teoría de
Aristóteles para alcanzar algún fin, pero, para alcanzar la felicidad no sólo
es desarrollar las actitudes artísticas de los hombres, sino que la teoría
aristotélica va más enfocada hacia un desarrollo de las virtudes, en donde sólo
se alcanzan al practicar acciones con otros hombres.
La interacción del individuo con otros hace
que el hombre tenga una normatividad que lo conduce a mantener un equilibrio
entre el vicio y el exceso. La felicidad que es el bien es lo que cada hombre
debe alcanzar en la vida, pero, para lograr la felicidad, hay que determinar en
donde se encuentra la verdadera felicidad, porque algunos hombres limitan la
felicidad a los placeres, a los honores o la contemplación, lo cual es
totalmente equivoco, pues la verdadera felicidad es la construcción de un
camino hacia el bien supremo, pero para ser totalmente felices hay que ser
hombres prudentes, justos y sabios, en todas las acciones cotidianas, es decir
que cada momento en la vida es para analizar cual puede ser el punto medio
entre el exceso y el defecto, al encontrarlo se es prudente en la acción que
ocurre, y esta determinación de la acción prudente hace que se erijan hombres
sabios y por consiguiente felices, por lo tanto la felicidad no se hace
individualmente sino colectivamente según la normatividad que se haya
establecido en una comunidad.
El hombre que se inclina continuamente por
alcanzar la felicidad, busca alcanzar todos los fines hasta lograr conquistar
el bien supremo Aunque el fin único y absolutamente perfecto sería el que
nosotros buscamos. Si hay varios fines, entonces sería el más perfecto de todos.
Ahora bien: afirmamos que lo que buscamos por sí mismo es más perfecto que lo
que se busca para otro fin; y el bien que no se escoge más que en vista de otro
no es tan deseable como los bienes que se consideran como medios y fines. Y
hablando en absoluto, el bien perfecto es el que debe siempre poseerse por sí
mismo y no por una razón ajena a él. Este bien parece ser, en primer lugar, la
felicidad. La buscamos, en efecto, siempre por sí misma y no por una razón
ajena a ella misma.
En conclusión el hombre ético ha de ser un
hombre prudente, sabio y justo, que mide las consecuencias en las actividades
diarias de la vida y que mantiene un genero de vida en la razón, la cual es la
guía perfecta para conseguir los bienes, este genero de vida consiste en la actividad
del alma conforme a la virtud Si, pues, lo peculiar del hombre es la actividad
del alma, de acuerdo parcial o totalmente con la razón: si afirmamos que esta
función es propia de la naturaleza del hombre virtuoso, igual que cuando se
habla del buen citarista y del citarista notable, y ello ocurre en todas las
circunstancias, teniendo en cuenta la superioridad, que, proviene de la virtud
o el mérito, corona el acto, de modo que el citarista bueno toca la citara, y
el citarista notable toca muy bien la citara; si ello es así suponemos que lo
peculiar del hombre es un genero de vida, que este género de vida es la
actividad del alma, acompañada de acciones razonables, y que en el hombre
perfecto todo se hace según el bien y lo bello u honesto, realizándose cada uno
de estos actos perfectamente, según su virtud peculiar.
El estoicismo
Hacia el año 300 a.C. , Zenón fundó otra
escuela en Atenas. Como estaba en los
Pórticos (Stoa) se le llamó estoicismo.
Había muerto Alejandro, la ciudad griega y su
convivencia ya no era el diseño buscado por los griegos. Perdidos en un inmenso imperio, el griego
sigue intentando ser feliz pero sin el marco de referencia de la ciudad.
El estoicismo invadió la cultura clásica
durante cinco siglos. Muchos abrazaron
el estoicismo,
desde esclavos (Epitecto) hasta emperadores (Marco Aurelio).
desde esclavos (Epitecto) hasta emperadores (Marco Aurelio).
Los estoicos se sentían crecer en consonancia
con la naturaleza universal. Ella
cuidaba de todo porque estaba animada por una "Razón Universal". Vivir virtuosamente era someterse a los
dictados de esa razón universal. Los
ignorantes no lo saben y luchan contra el destino. Sufren porque sus deseos le apartan de ese
destino universal y no saben que haciéndolo se rebelan inútilmente. Soportar el destino y aprender a abstenerse
de los deseos, harán al hombre sabio y bueno.
Es la raíz de la profunda felicidad, ajena al desorden, los placeres, y
la búsqueda del instante.
El jardín de Epicuro (341-270 a.C.)
Epicuro tampoco está preocupado por la
ciudad, como Aristóteles y Platón. Su
jardín se abría a una reunión de personas de todas clases que tenían como
vínculo la amistad. Epicuro está más
pegado al suelo y a lo concreto. Amó el
saber gozar de la vida a condición de que eso mismo no le llevara al
sufrimiento. Buscó una sabiduría del
placer y de la amistad, huyendo de las preocupaciones políticas y hasta de las
del amor. Epicuro puede verse como un
gran liberador de los temores que han hecho infelices a la gente:
b) el temor a la muerte (cuando estamos, ella
no está, y cuando ella está, ya nosotros no estamos)
e) el temor al destino (no existe, sólo
átomos y clínamen -posibilidad de desviarlos en su trayectoria-)
d) el temor al dolor (se vence por el placer
racional)
Ese intento de liberación del hombre ha hecho
que Epicuro tenga "mala prensa".
Hubo persecución ideológica y tanto romanos, sobre todo estoicos, como
cristianos presentaron una visión brutal de la búsqueda del placer
epicúreo. Pero ellos defendían que no se
trataba de cualquier placer. Hay que
preferir siempre los placeres en reposo (no hay que buscarlos, sino que los
ofrece la misma naturaleza) y los espirituales, como la amistad, la imperturbabilidad
del alma (ataraxia) y la tranquilidad del cuerpo (aponía).
d) La moral romana
Roma adoptó la mayoría de las escuelas éticas
griegas, pero sobre todo, a partir de Constantino (313), fue adoptando la
Religión cristiana hasta llegar a una cristianización total de las costumbres,
a la vez que la Iglesia se romanizó cultural y legalmente.
De todas formas hay que precisar algunas
cosas.
La inmensa vastedad del Imperio, que pudo
llamar al Mediterráneo "nuestro mar", obligó a una permanente
atención sobre los problemas prácticos.
Roma no aceptaba el conflicto como raíz del pensamiento ético, más bien
no quería problemas. Se habla de la
"gran paz" romana como uno de los grandes logros culturales. Paz cimentada en un impresionante despliegue
burocrático y militar. Roma buscaba, más
bien, domesticar el conflicto, hacerlo de casa, como el mismo mar
mediterráneo. La forma de conseguirlo
fue la elaboración de un Derecho que se pudiera aplicar a
todos los pueblos del Imperio. La moral se hace derecho y reflexión jurídica. La base de las normas está en el poder imperial (Imperium = mandato) y su finalidad es más bien la utilidad que la sabiduría.
todos los pueblos del Imperio. La moral se hace derecho y reflexión jurídica. La base de las normas está en el poder imperial (Imperium = mandato) y su finalidad es más bien la utilidad que la sabiduría.
Roma asume todo lo conquistado y sabe sacar,
de aquí y de allá, los pedazos para construir algo que parece nuevo. Así se construye el Arco de Constantino,
monumento emblemático del pragmatismo romano, con trozos venidos de varias
partes del Imperio.
Roma une ese valor de utilidad con un inmenso
aparato de propaganda. Lo Romano es
bueno. Los pueblos, frecuentemente, se
ofrecen a entrar en el Imperio; otros serán sometidos, pero siempre la conducta
se examinará desde el lado de la utilidad para el poder.
Con la caída del Imperio Romano surge una
época extensa (unos mil años) mal o bien llamada EDAD MEDIA y dominada por la
moral cristiana.
e) La moral cristiana y medieval
Debes tener en cuenta que no es lo mismo
moral y religión, pero a pesar de ello, y sobre todo en esta época, tuvieron
una mutua y estrecha relación. La
Religión busca la salvación y la adoración divina, la Moral busca normas de
comportamiento. La relación íntima que
se estableció entre Moral y Religión se debió a la creencia de que una llevaba
más o menos claramente a la otra. La
Salvación era un acto gratuito de Dios, pero Dios había revelado normas de
comportamiento. Y en este punto nos
separamos definitivamente de Grecia. Las
teorías éticas griegas partían de la búsqueda de las normas apoyadas en la
capacidad racional y crítica del hombre, la moral cristiana en cambio, "ya
tiene" esas normas reveladas por el poder más absoluto que pueda haber:
Dios.
Esta forma de establecer el análisis de la
conducta llevó también a prescindir de la felicidad de este mundo, como habían
hecho Aristóteles y Epicuro, para buscar la felicidad en el "otro
mundo". Ese "otro mundo"
tenía resonancias platónicos, como puedes apreciar, pero tomaba un aspecto
religioso y fundamentador de las
conductas en este "valle de lágrimas".
En ese sentido, preferimos hablar de moral
más que de ética cristiana. Es verdad
que se hicieron reflexiones sobre la conducta (S. Agustín, S. Anselmo, Pedro Abelardo, Juan de
Salisbury, Pedro Lombardo, Sto. Tomás de
Aquino) pero, en general trataban de sistematizar o poner en orden el depósito
revelado, verdades recibidas por la Fe y creídas por la AUTORIDAD divina. La moral era una consecuencia práctica
encaminada a la salvación definitiva.
Hablando de la moral cristiana, habría que
separar dos planos bastante diferenciados.
El primer plano es el de la moral que puede
detectarse en el mensaje directo de su fundador. Es una moral más bien orientada hacia unos
ideales (Sermón de la Montaña) que al cumplimiento literal de unas leyes
interpretadas por los doctores oficiales. En Marcos, capítulo segundo, se lee
"El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado".
El mal es visto frecuentemente como omisión
de lo que se debería haber hecho y no como trasgresión de la norma.
El precepto principal es el del amor y ello
lleva a decir a S. Agustín en el siglo V, "Ama y haz lo que quieras".
De todas formas la moral predicada por Jesús
supone el cumplimiento de la Torah bíblica y por lo tanto de las normas del
Decálogo.
Eso conduce a un segundo plano. El cristianismo acentuó siempre la obediencia
a la norma. Eso clarificaba la
moral. S. Pablo, en el capítulo 13 de la
epístola a los Romanos dice "Sométanse todos a las autoridades
constituidas... no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia".
Todo el edificio moral de la Edad Media está
construido sobre la doctrina de las virtudes.
Los filósofos griegos habían hablado ya de las virtudes. Platón incluso las había pedido para cada
segmento social: los agricultores, artesanos, etc, debían tener templanza, los
guerreros, fortaleza y los jefes filósofos prudencia. Ello originaba una sociedad justa. Aristóteles también había hablado de
virtudes: las dianoéticas dirigidas al entendimiento y las virtudes éticas
dirigidas al carácter.
Los cristianos "bautizaron" el tema
de las virtudes y le añadieron la fe, la esperanza y la caridad.
Lo importante era que la vida moral giraba
sobre las virtudes y que éstas virtudes tenían como finalidad ordenar el alma a
Dios. Eso originó una vida orientada
exclusivamente hacia lo sobrenatural.
Las conductas, las normas, los propios poderes terrenales debían estar
subordinados a la esfera divina. Si
alguna norma o ley podía considerarse injusta, era precisamente porque desviaba
ese camino ordenado hacia Dios. En ese
sentido san Próspero decía que las virtudes de los infieles podían considerarse
como pecados.
Naturalmente la Edad Media, tal y como hoy la
denominamos, duró tanto tiempo (unos mil años) que existen dentro de ella
muchas corrientes, pero en el fondo siempre se trataba de igualar la bondad con
el cumplimiento de la ley divina. Ese cumplimiento
llevará consigo la plenitud feliz o bienaventurada en la vida futura.
f) El renacimiento
La influencia de las creencias y prácticas
éticas cristianas disminuyó durante el renacimiento. La Reforma protestante
provocó un retorno general a los principios básicos dentro de la tradición
cristiana, cambiando el énfasis puesto en algunas ideas e introduciendo otras
nuevas. Según Martín Lutero, la bondad de espíritu es la esencia de la piedad
cristiana. Al cristiano se le exige una conducta moral o la realización de
actos buenos, pero la justificación, o la salvación, viene sólo por la fe. El
propio Lutero había contraído matrimonio y el celibato dejó de ser obligatorio
para el clero protestante.
El teólogo protestante francés y reformista
religioso Juan Calvino aceptó la doctrina teológica de que la salvación se
obtiene sólo por la fe y mantuvo también la doctrina agustina del pecado
original. Los puritanos eran calvinistas y se adhirieron a la defensa que hizo
Calvino de la sobriedad, la diligencia, el ahorro y la ausencia de ostentación;
para ellos la contemplación era holgazanería y la pobreza era o bien castigo
por el pecado o bien la evidencia de que no se estaba en gracia de Dios. Los
puritanos creían que sólo los elegidos podrían alcanzar la salvación. Se
consideraban a sí mismos elegidos, pero no podían estar seguros de ello hasta
que no hubieran recibido una señal. Creían que su modo de vida era correcto en
un plano ético y que ello comportaba la prosperidad mundana. La prosperidad fue
aceptada pues como la señal que esperaban. La bondad se asoció a la riqueza y
la pobreza al mal. No lograr el éxito en la profesión de cada uno pareció ser
un signo claro de que la aprobación de Dios había sido negada. La conducta que
una vez se pensó llevaría a la santidad, llevó a los descendientes de los
puritanos a la riqueza material.
En general, durante la Reforma la
responsabilidad individual se consideró más importante que la obediencia a la
autoridad o a la tradición. Este cambio, que de una forma indirecta provocó el
desarrollo de la ética secular moderna, se puede apreciar en “La ley de la
guerra y la paz” 1625, realizado por el
jurista, teólogo y estadista holandés Hugo Grocio. Aunque esta obra apoya
algunas de las doctrinas de santo Tomás de Aquino, se centra más en las
obligaciones políticas y civiles de la gente dentro del espíritu de la ley
romana clásica. Grocio afirmaba que la ley natural es parte de la ley divina y
se funda en la naturaleza humana, que muestra un deseo por lograr la asociación
pacífica con los demás y una tendencia a seguir los principios generales en la
conducta. Por ello, la sociedad está basada de un modo armónico en la ley
natural.
El Renacimiento supuso, además de esta
escisión religiosa, un resurgir de la reflexión. Habían cambiado las coordenadas económicas,
políticas y culturales. El
descubrimiento del nuevo mundo planteaba otros problemas morales. Las naciones colonizadoras se preguntaban
sobre el valor de la vida y del "alma" de los nuevos hombres
descubiertos. La organización política y
social llevó a frecuentes discusiones sobre las condiciones del trabajo. Se incrementó la trata de esclavos junto a
tratados escritos en su defensa.
El Estado Moderno nace apoyado en una
burguesía creciente que impone el gusto y el disfrute de "este
mundo".
Se necesitan reflexiones que justifiquen el
poder cada vez más autoritario de los nuevos monarcas.
Junto a todo esto la Imprenta divulga las
nuevas ideas, los nuevos descubrimientos científicos, la nueva concepción astronómico
del universo.
Existen dos figuras que pueden ser muy
representativas de esta época, aunque sea por motivos bien distintos.
Una es Maquiavelo (1469-1527). El autor de EL PRÍNCIPE y los DISCURSOS
encierra la moral tradicional en la vida particular de los súbditos, y pide un
comportamiento distinto en el dirigente político. Al Príncipe se le pide eficacia, y moverse
según "lo exigen los vientos y las variaciones de la fortuna". La necesidad política está más allá de la
moralidad, y la virtud está en la conservación del poder.
En el otro polo está situado Tomás Moro (1478-1535). Escribe una obra que se conoce abreviadamente
por UTOPÍA y que se agotó rápidamente.
La Utopía va a imaginar una sociedad ideal. Una sociedad feliz y aislada basada en los
ideales humanísticos y cristianos de la época.
Todo está reglamentado y organizado (contra la nueva ola individualista
burguesa), y la recta razón vuelve a buscar los placeres ordenados, condenando
muchas de las prácticas ascéticas medievales.
Moro ensalza la tolerancia y condena el fanatismo de los credos
religiosos situándose en lo que debería pasar ( ... aunque no pase).
g) Éticas anteriores al darwinismo
En el “Leviatán” (1651), el filósofo inglés
Thomas Hobbes atribuye la mayor importancia a la sociedad organizada y al poder
político. Afirmaba que la vida humana en el "estado de naturaleza"
(independiente de o anterior a, la institución del estado civil) es
"solitaria, pobre, sucia, violenta y corta" y que es "una guerra
de todos contra todos". En consecuencia, la gente busca seguridad
participando en un contrato social en el que el poder original de cada persona
se cede a un soberano que, a su vez, regula la conducta.
Esta postura conservadora en política asume
que los seres humanos son malos y precisan un Estado fuerte para reprimirlos.
No obstante, Hobbes afirmaba que si un soberano no da seguridad y orden y es
derrocado por sus súbditos, la sociedad vuelve al estado de naturaleza y puede
comprometerse en un nuevo contrato. La doctrina de Hobbes relativa al estado y
al contrato social marcó el pensamiento del filósofo inglés John Locke. En sus
dos “Tratados sobre el gobierno civil” (1690) Locke mantenía, sin embargo, que
el fin del contrato social es limitar el poder absoluto de la autoridad y, como
contrapeso, promover la libertad individual.
La razón humana es el criterio para una
conducta recta en el modelo elaborado por el filósofo holandés Spinoza. En su obra más importante, “Ética”
(1677), Spinoza afirmaba que la ética se deduce de la psicología y la
psicología de la metafísica. Sostenía que todas las cosas son neutras en el
orden moral desde el punto de vista de la eternidad; sólo las necesidades e
intereses humanos determinan lo que se considera bueno o malo, el bien y el mal.
Todo lo que contribuye al conocimiento de la naturaleza del ser humano o se
halla en consonancia con la razón humana está prefigurado como bueno. Por ello,
cabe suponer que todo lo que la gente tiene en común es lo mejor para cada uno,
lo bueno que la gente busca para los demás es lo bueno que desea para sí misma.
Además, la razón es necesaria para refrenar las pasiones y alcanzar el placer y
la felicidad evitando el sufrimiento. El estado humano más elevado, según
Spinoza, es el "amor intelectual de Dios" que viene dado por el
conocimiento intuitivo, una facultad mayor que la razón ordinaria. Con el uso
adecuado de esta propiedad, una persona puede contemplar la totalidad del
universo mental y físico y considerar que éste engloba una sustancia infinita que
Spinoza denomina Dios sin disociarlo del mundo.
Las leyes de Newton La mayoría de los
grandes descubrimientos científicos han afectado a la ética. Los
descubrimientos de Isaac Newton, el filósofo científico inglés del siglo XVII,
aportaron uno de los primeros y más claros ejemplos de esta influencia. Las
leyes de Newton se consideraron como prueba de un orden divino racional. La
opinión contemporánea al respecto fue expresada por el poeta inglés Alexander
Pope en el verso "Dios dijo: ¡dejad en paz a Newton!, y se hizo la
luz". Los hallazgos e hipótesis de Newton provocaron que los filósofos
tuvieran confianza en un modelo ético tan racional y ordenado como se suponía
que era la naturaleza.
Durante el siglo XVIII, los filósofos
británicos David Hume, en “Ensayos morales y políticos” (1741-1742), y Adam
Smith, autor de la teoría económica del laissez-faire, en su “Teoría de los
sentimientos morales" (1759), formularon modelos éticos del mismo modo
subjetivos. Identificaron lo bueno con aquello que produce sentimientos de
satisfacción y lo malo con lo que provoca dolor. Según Hume y Smith, las ideas
de moral e interés público provocan sentimientos de simpatía entre personas que
tienden las unas hacia las otras incluso cuando no están unidas por lazos de parentesco
u otros lazos directos.
El filósofo y novelista francés Jean-Jacques
Rousseau, en su Contrato social (1762), aceptó la teoría de Hobbes de una
sociedad regida por las cláusulas de un contrato social. “En su novela Emilio o
la educación” (1762) y en otras obras, sin embargo, atribuía el mal ético a las
inadaptaciones sociales y mantuvo que los humanos eran buenos por naturaleza.
El anarquista, filósofo, novelista y economista político británico William
Godwin llevó esta convicción hasta su extremo lógico en su “Ensayo sobre la
justicia política” (1793), que rechazaba todas las instituciones sociales,
incluidas las del Estado, sobre la base de que su simple existencia constituye
la fuente del mal.
Una mayor aportación a la ética fue hecha a
finales del siglo XVIII por el filósofo alemán Immanuel Kant en su
Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785). Según Kant, no
importa con cuánta inteligencia actúe el individuo, los resultados de las
acciones humanas están sujetos a accidentes y circunstancias; por lo tanto, la
moralidad de un acto no tiene que ser juzgada por sus consecuencias sino sólo
por su motivación ética. Sólo en la intención radica lo bueno, ya que es la que
hace que una persona obre, no a partir de la inclinación, sino desde la
obligación, que está basada en un principio general que es el bien en sí mismo.
Como principio moral último, Kant volvió a plantear el término medio en una
forma lógica: "Obra como si la máxima de tu acción pudiera ser erigida,
por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza". Esta regla es
denominada imperativo categórico, porque es general y a la vez encierra un
mandato. Kant insistió en que uno ha de tratar a los demás como si fueran
"en cada caso un fin, y nunca sólo un medio".
Utilitarismo: La doctrina ética y
política conocida como utilitarismo fue formulada por el británico Jeremy
Bentham hacia finales del siglo XVIII y más tarde comentada por el también
filósofo y británico James Mill y su hijo John Stuart Mill. En su Introducción
a los principios de la moral y la legislación (1789), Bentham explicó el
principio de utilidad como el medio para contribuir al aumento de la felicidad
de la comunidad. Creía que todas las acciones humanas están motivadas por un
deseo de obtener placer y evitar el sufrimiento. Al ser el utilitarismo un
hedonismo universal, y no un hedonismo egoísta como podría interpretarse el
epicureísmo, su bien más elevado consiste en alcanzar la mayor felicidad para
el mayor número de personas.
Ética hegeliana: En La filosofía
del Derecho (1821), el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel aceptó el
imperativo categórico de Kant, pero lo enmarcó en una teoría universal
evolutiva donde toda la historia está contemplada como una serie de etapas
encaminadas a la manifestación de una realidad fundamental que es tanto
espiritual como racional. La moral, según Hegel, no es el resultado de un
contrato social, sino un crecimiento natural que surge en la familia y culmina,
en un plano histórico y político, en el Estado prusiano de su tiempo. "La
historia del mundo, escribió, es disciplinar la voluntad natural incontrolada,
llevarla a la obediencia de un principio universal y facilitar una libertad
subjetiva".
El filósofo y teólogo danés Sören Kierkegaard
reaccionó con fuerza en contra del modelo de Hegel. En O lo Uno o lo Otro
(1843), Kierkegaard manifestó su mayor preocupación ética, el problema de la
elección. Creía que modelos filosóficos como el de Hegel ocultan este problema
crucial al presentarlo como un asunto objetivo con una solución universal, en
vez de un asunto subjetivo al que cada persona tiene que enfrentarse de manera
individual. La propia elección de Kierkegaard fue vivir sometido a la ética
cristiana. Su énfasis en la necesidad de la elección tuvo influencia en algunos
filósofos relacionados con el movimiento conocido como existencialismo, tanto
como con algunos filósofos críticos, cristianos y judíos.
h) Ética a partir de Darwin
El desarrollo científico que más afectó a la
ética después de Newton fue la teoría de la evolución presentada por Charles
Darwin. Los hallazgos de Darwin facilitaron soporte documental al modelo,
algunas veces denominado ética evolutiva, término aportado por el filósofo
británico Herbert Spencer, según el cual la moral es sólo el resultado de
algunos hábitos adquiridos por la humanidad a lo largo de la evolución. El
filósofo alemán Friedrich Nietzsche dio una explicación asombrosa pero lógica
de la tesis darwinista acerca de que la selección natural es una ley básica de
la naturaleza. Según Nietzsche, la llamada conducta moral es necesaria tan sólo
para el débil. La conducta moral —en particular la defendida por el
judeocristianismo, que según él es una doctrina esclava— tiende a permitir que
el débil impida la autorrealización del fuerte. De acuerdo con Nietzsche, toda
acción tendría que estar orientada al desarrollo del individuo superior, su
famoso Übermensch (‘superhombre’), que será capaz de realizar y cumplir la más
nobles posibilidades de la existencia. Nietzsche encontró que este ser ideal
quedaba ejemplificado en los filósofos griegos clásicos anteriores a Platón y
en jefes militares como Julio César y Napoleón.
En oposición al concepto de lucha despiadada
e incesante como fundamento de la ley rectora de la naturaleza, el anarquista y
filósofo ruso Piotr Alexéievich, príncipe Kropotkin, entre otros, presentó
estudios de conducta animal en la naturaleza demostrando que existía la ayuda
mutua. Kropotkin afirmó que la supervivencia de las especies se mantiene a
través de la ayuda mutua y que los humanos han alcanzado la primacía entre los
animales a lo largo de la evolución de las especies mediante su capacidad para
la asociación y la cooperación. Kropotkin expuso sus ideas en una serie de
trabajos, entre ellos Ayuda mutua, un factor en la evolución (1890-1902) y
Ética, origen y desarrollo (publicado después de su muerte en 1924). En la
creencia de que los gobiernos se basan en la fuerza y que si son eliminados el
instinto de cooperación de la gente llevaría de forma espontánea hacia la
implantación natural de un orden cooperativo, Kropotkin defendió el anarquismo.
Los antropólogos han aplicado los principios
evolutivos al estudio de las sociedades y las culturas humanas. Estos análisis
han vuelto a subrayar los distintos conceptos del bien y del mal planteados por
diferentes sociedades; por lo tanto, se creía que la mayoría de esos conceptos
tenía un valor más relativo que universal. De entre los conceptos éticos
basados en un enfoque antropológico resaltan los del antropólogo finlandés
Edvard A. Westermarck en Relatividad ética (1932).
i) Psicoanálisis Y Conductismo
La ética moderna está muy influida por el
psicoanálisis de Sigmund Freud y sus seguidores y las doctrinas conductistas
basadas en los descubrimientos sobre estímulo-respuesta del fisiólogo ruso Iván
Petróvich Pávlov. Freud atribuyó el problema del bien y del mal en cada
individuo a la lucha entre el impulso del yo instintivo para satisfacer todos
sus deseos y la necesidad del yo social de controlar o reprimir la mayoría de
esos impulsos con el fin de que el individuo actúe dentro de la sociedad. A
pesar de que la influencia de Freud no ha sido asimilada por completo en el
conjunto del pensamiento ético, la psicología freudiana ha mostrado que la
culpa, respondiendo a motivaciones de naturaleza sexual, subyace en el
pensamiento clásico que dilucida sobre el bien y el mal.
El conductismo, a través de la observación de
los comportamientos animales, formuló una teoría según la cual la naturaleza
humana podía ser variada, creando una serie de estímulos que facilitaran
circunstancias favorables para respuestas sociales condicionadas. En la década
de 1920 el conductismo fue aceptado en Estados Unidos, en especial en teorías
de pediatras, aprendizaje infantil y educación en general. Tuvo su mayor
influencia, sin embargo, en el pensamiento de la antigua Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas. Allí, el llamado nuevo ciudadano soviético fue
instruido de acuerdo con los principios conductistas a través del condicionante
poder de la rígida y controlada sociedad soviética. La ética soviética definía
lo bueno como todo aquello beneficioso para el Estado y lo malo como aquello
que se le oponía o lo cuestionaba.
En sus escritos de finales del siglo XIX y
principios del XX, el filósofo y psicólogo estadounidense William James abordó
algunos de los puntos centrales y característicos en las interpretaciones de
Freud y Pávlov. James es más conocido como el fundador del pragmatismo, que
defiende que el valor de las ideas está determinado por sus consecuencias. Su
mayor contribución a la teoría ética, no obstante, descansa en su insistencia
al valorar la importancia de las interrelaciones, tanto en las ideas como en
otros fenómenos.
j) Tendencias Recientes
El filósofo británico Bertrand Russell marcó
un cambio de rumbo en el pensamiento ético de las últimas décadas. Muy crítico
con la moral convencional, reivindicó la idea de que los juicios morales
expresan deseos individuales o hábitos aceptados. En su pensamiento, tanto el
santo ascético como el sabio independiente son pobres modelos humanos porque
ambos son individuos incompletos. Los seres humanos completos participan en
plenitud de la vida de la sociedad y expresan todo lo que concierne a su
naturaleza. Algunos impulsos tienen que ser reprimidos en interés de la
sociedad y otros en interés del desarrollo del individuo, pero el crecimiento
natural ininterrumpido y la autorrealización de una persona son los factores
que convierten una existencia en buena y una sociedad en una convivencia armoniosa.
Varios filósofos del siglo XX, algunos de los
cuales han asumido las teorías del existencialismo, se han interesado por el
problema de la elección ética individual lanzada por Kierkegaard y Nietzsche.
La orientación de algunos de estos pensadores es religiosa, como la del
filósofo ruso Nikolái Alexándrovich Berdiáiev, que subrayó la libertad del
espíritu individual; la del filósofo austro-judío Martin Buber, que se ocupó de
la moral de las relaciones entre individuos; la del teólogo protestante germano-estadounidense
Paul Tillich, que resaltó el valor de ser uno mismo, y la del filósofo y
dramaturgo católico francés Gabriel Marcel y el filósofo y psiquiatra
protestante alemán Karl Jaspers, ambos interesados en la unicidad del individuo
y la importancia de la comunicación entre los individuos. Una tendencia
distinta en el pensamiento ético moderno caracteriza los escritos de los
filósofos franceses Jacques Maritain y Étienne Gilson, que siguieron la línea
marcada por santo Tomás de Aquino. Según Maritain, "el existencialismo
verdadero" pertenece a esta tradición cristiana.
Otros filósofos modernos no aceptan ninguna
de las religiones tradicionales. El filósofo alemán Martin Heidegger mantenía
que no existe ningún Dios, aunque alguno puede surgir en el futuro. Los seres
humanos, por lo tanto, se hallan solos en el Universo y tienen que adoptar y
asumir sus decisiones éticas en la conciencia constante de la muerte. El
filósofo y escritor francés Jean-Paul Sartre razonó su agnosticismo pero
también resaltó la heideggeriana conciencia de la muerte. Sartre mantuvo que
los individuos tienen la responsabilidad ética de comprometerse en las
actividades sociales y políticas de su tiempo. El supuesto conflicto sobre la
existencia de un Dios omnipresente, no revestía ningún sentido de trascendencia
para el individuo, pues en nada afectaba a su compromiso con la libertad
personal
Entre otros filósofos modernos, como el
estadounidense John Dewey, figuran los que se han interesado por el pensamiento
ético desde el punto de vista del instrumentalismo. Según Dewey, el bien es
aquello que ha sido elegido después de reflexionar tanto sobre el medio como
sobre las probables consecuencias de llevar a cabo ese acto considerado bueno o
un bien.
La discusión contemporánea sobre la ética ha
continuado con los escritos de George Edward Moore, en particular por los
efectos de su Principia ethica. Moore mantuvo que los principios éticos son
definibles en los términos de la palabra bueno, considerando que ‘la bondad’ es
indefinible. Esto es así porque la bondad es una cualidad simple, no
analizable.
Los filósofos que no están de acuerdo con
Moore en este sentido, y que creen que se puede analizar el bien, son llamados
naturalistas. A Moore se le califica de intuicionista. Naturalistas e
intuicionistas consideran los enunciados éticos como descriptivos del mundo, o
sea, verdadero o falso. Los filósofos que difieren de esta posición pertenecen
a una tercera escuela, no cognitiva, donde la ética no representa una forma de
conocimiento y el lenguaje ético no es descriptivo. Una rama importante de la
escuela no cognitiva defiende el empirismo o positivismo lógico, que cuestiona
la validez de los planteamientos éticos que están comparados con enunciados de
hecho o de lógica. Algunos empiristas lógicos afirman que los enunciados éticos
sólo tienen significado emocional o persuasivo. Desde que los hombres viven en comunidad, la
regulación moral ha sido necesaria para el bienestar colectivo. Las grandes
civilizaciones clásicas, egipcia y sumeria, desarrollaron éticas no sistematizadas,
cuyas máximas y preceptos eran impuestos por líderes seculares, y estaban
mezclados con una religión estricta que afectaba a la conducta de cada egipcio
o de cada sumerio. En la China clásica, las máximas de Confucio fueron
aceptadas como código moral. Los filósofos griegos, desde el siglo VI a.C. en
adelante, teorizaron mucho sobre la conducta moral, lo que llevó al posterior
desarrollo de la ética como una filosofía.
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